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A partir de nuestro pasado virtuoso y de este presente vigoroso los invito a todos y todas a seguir transitando hacia un futuro en donde la Universidad - no solo la Universidad de Buenos Aires, sino la universidad pública de nuestro país en general - pueda ser uno de los ejes y de los motores para hacer realidad el sueño que la inmensa mayoría del pueblo argentino quiere: una sociedad más justa y más inclusiva.

12 de marzo de 2021
Manzana de las Luces – Ciudad Autónoma de Buenos Aires

 

Buenas tardes a todos y a todas. 

Señor Presidente Alberto Fernández; señor gobernador de la provincia de Buenos Aires, Dr. Axel Kicillof; señor Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta; señor Jefe de Gabinete de Ministros, Lic. Santiago Cafiero. 

Autoridades nacionales, de la provincia de Buenos Aires y de la Ciudad de Buenos Aires.

Decanas, decanos y consejeros superiores.

Estudiantes, graduados y graduadas, profesoras y profesores.

Queridos compañeros y compañeras nodocentes, señoras y señores.

Hoy estamos empezando a transitar los festejos de los primeros 200 años de la Universidad de Buenos Aires. Los conmemoramos en este solar de la Manzana de las Luces, donde empezó a funcionar a partir del 12 de agosto de 1821 nuestra querida Universidad de Buenos Aires.

A pocos metros de acá, en la iglesia contigua al Colegio Nacional de Buenos Aires, el primer rector de la Universidad, el presbítero Antonio Sáenz, que había sido convencional constituyente en Tucumán en 1816, declarando nuestra independencia, le entrega al entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires Martín Rodríguez y a su ministro de Gobierno, Bernardino Rivadavia el acta y el decreto de constitución de esta Universidad.

Poniendo en práctica algo que ya habían pensado e intentado instrumentar nuestros hombres de Mayo. Porque una nación que nacía nueva, libre e independiente necesitaba tener una formación acorde con los nuevos ideales. Y para eso necesitaba tener claustros que tengan el pensamiento científico, ideológico, político y cultural de los mejores centros de estudios del mundo.

Para eso fue creada nuestra Universidad, con una idea moderna y novedosa de universidad, diferente a las estructuras eclesiásticas que existían hasta ese momento.

A partir de ese momento empezamos a transitar mano a mano el destino de nuestra patria. Con sus más y con sus menos. Con sus importantes logros y con los problemas que tuvimos que vivir todos los argentinos.

Por eso pusimos un lema que resume lo que fue y lo que sigue siendo esta Universidad para todos los argentinos: 200 años formando futuro. 

Porque lo que querían los hombres de Mayo, y que se vió reflejado en 1821, era que las nuevas generaciones pudieran formarse en estas aulas. Que la clase dirigente, la clase científica y la clase cultural pudieran darle al país el motor de desarrollo que necesitaba.

Fuimos transitando el camino de nuestro país. Nos tocó vivir momentos importantes: los primeros cien años en una sociedad mucho más cerrada y elitista, donde pasaron por sus aulas los principales exponentes de la Generación del `80.

En 1918, con los primeros gobiernos populares, llegó la famosa reforma de la educación pública. Conjuntamente con nuestra hermana Universidad de Córdoba, el epicentro de la discusión de los estudiantes de esa reforma, los estudiantes de Buenos Aires acompañaron y la pusieron en marcha. Nos trajo la libertad de cátedra, la periodicidad de los cargos, el cogobierno y la autonomía universitaria.

Después llegó 1949, un momento trascendental para la política pública de nuestro país, con el llamado comúnmente Decreto-Ley de Gratuidad de la Enseñanza que elimina los aranceles universitarios. Los ministros que acompañaron al General Perón, presidente de la Nación, y que firmaron ese decreto-ley fueron todos graduados y/o docentes de la Universidad de Buenos Aires.

La universidad donde se formaron les fue inculcando ideas que se pusieron de manifiesto en el momento que les tocó gobernar, llevándole al presidente una idea revolucionaria que es una política de Estado característica de nuestro país.

Esto hace que haya movilidad social ascendente y da la posibilidad a que los hijos de los trabajadores podamos llegar a la universidad. Muchos de los que estamos acá, no estaríamos en la universidad si no se tomaba esa política de Estado.

Después llegó 1983 dentro de los factores positivos que nos tocó a todos caminar. En el `83, con el renacer de la democracia y la vuelta de la autonomía universitaria llegó otro hito fundamental para lo que son las características de la universidad pública argentina: el ingreso irrestricto.

De esta manera, a la calidad de la enseñanza y a la gratuidad se le daba la posibilidad de la masividad. Hoy estamos demostrando en el mundo día a día que calidad y masividad no son contrapuestas. El sistema universitario argentino es un ejemplo para muchos lugares de latinoamérica y del mundo.

También nos tocó vivir momentos terribles, como a todo el pueblo. Los podemos resumir en la Noche de los Bastones Largos y en el golpe militar. Todos los golpes militares se ensañaron particularmente con las universidades y con la Universidad de Buenos Aires, porque ellos representaban el autoritarismo, lo contrario de lo que significa nuestra Universidad.

Vimos ese ensañamiento acá enfrente, en este patio que ustedes ven y han transitado, ahí funcionaban los laboratorios de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales donde fueron golpeados sus estudiantes, científicos y docentes. Después, el mismo proceso militar demolió la infraestructura, para tener una idea de la saña con la que se atacaba a la universidad.

Luego vino la noche más oscura que le tocó vivir a nuestro país, que fue la dictadura de 1976 a 1983. Nuevamente la Universidad de Buenos Aires pagó, como muchos otros en todo el país pero con un ensañamiento particular, con muertos y desaparecidos de entre nuestras y nuestros estudiantes, graduados y graduadas, profesores y profesoras y nodocentes.

Hemos podido, como todo nuestro pueblo, renacer de todas esas vicisitudes y construimos entre todos una Universidad que se caracteriza por ser pública, autónoma, cogobernada, laica, con calidad de enseñanza, generación de conocimiento y extensión del conocimiento a los lugares más necesitados y carenciados de nuestro país. Que defiende las instituciones democráticas, que defiende la pluralidad de ideas, que defiende los Derechos Humanos cada vez con mayor vigor.

Es visualizada desde el exterior, sobre todo en estos últimos años, con mayor reconocimiento académico, científico y social. Esto nos llena de orgullo, y creemos que estamos cumpliendo con este lema de 200 años formando futuro. Lo hacemos día a día y lo estamos fortaleciendo en cada acción de nuestra diversidad, de nuestra pluralidad, pero con este objetivo claro es que seguimos afianzándonos.

Quiero mandar un saludo muy especial a dos personas que invité y que no pueden estar por el tema de la pandemia. Uno es nuestro profesor y Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, y la otra es nuestra querida Abuela de Plaza de Mayo, Nora Cortiñas. En ellos se resume lo que fue la implementación en la Universidad de las cátedras de Derechos Humanos. 

Demostramos que en esta Universidad no solo se dan los mejores conocimientos científicos, tecnológicos, profesionales o académicos, sino que se forman ciudadanos con espíritu y sentido crítico. Con pensamiento crítico, con la necesidad del debate permanente, defendiendo las normas de la democracia y defendiendo la pluralidad de ideas.

Esta universidad ha forjado a lo largo de su existencia a miles de mujeres y de hombres que pasaron por sus claustros, por sus aulas, y fueron referentes a nivel nacional e internacional en la cultura, en la ciencia, en la academia, en la política y en todas las áreas del conocimiento.

Entre ellos hay cinco Premios Nobel y 16 presidentes argentinos, el último es nuestro querido profesor Alberto Fernández, quien tenemos el honor de que hoy presida este acto como Presidente de la Nación.

También estamos atravesados por la pandemia, una pandemia dolorosa, compleja y única. La Universidad de Buenos Aires, como toda la sociedad, tuvo que poner todo de sí para salir a paliar esta situación. 

Por eso, en este acto donde empezamos a conmemorar los doscientos años, no quería dejar de recordar el esfuerzo de toda la comunidad universitaria. El esfuerzo de los miles y miles de profesoras y profesores, estudiantes, graduados y graduadas y nodocentes que hicieron posible que migremos a la virtualización a 320.000 alumnos de grado, un caso único en el mundo con 103 carreras más de 4.000 materias.

Es un esfuerzo enorme que lo hicimos codo a codo, que pusimos todo sin distinción de ideologías o de pensamiento porque acá había una sola necesidad: que los alumnos no perdieran el año y pudieran seguir estudiando.

También quiero abrazar a nuestros científicos y a nuestro personal de la salud. Pusimos a disposición nuestros hospitales universitarios: el Clínicas, el Roffo, el Vaccarezza, el Lanari y el Odontológico. Donde día a día, desde el primer momento, se fue haciendo frente a esta pandemia.

A nuestros investigadores e investigadoras, no solo en los institutos de la Universidad de Buenos Aires, sino también del CONICET. Y a muchos de nuestros egresados en instituciones públicas y privadas, que buscaron soluciones alternativas a la diferentes situaciones que nos genera la pandemia.

Eso es la Universidad de Buenos Aires y ese es nuestro compromiso con la sociedad. Por eso vamos a tratar de hacer los festejos más inclusivos posibles. Todos los que pasamos por la Universidad nos imaginabamos que íbamos a llegar a los doscientos años e íbamos a tener festejos masivos, con estudiantes debatiendo en los claustros y la alegría de la vida universitaria, pero lo que nos toca es vivir la pandemia. 

Vamos a conmemorarla igual: vamos a usar la virtualización y la inteligencia aplicada para hacer diferentes actos en la Ciudad de Buenos Aires y en la provincia de Buenos Aires. En el Centro Cultural Kirchner y en los museos que dependen de la ciudad, interviniendo las plazas y llamando al pueblo – al que le debemos todo y del cual somos depositarios de su confianza para poder capacitar a las nuevas generaciones – a que festeje lo que es su Universidad.

Esta Universidad que es de todas y de todos.

A partir de nuestro pasado virtuoso y de este presente vigoroso los invito a todos y todas a seguir transitando hacia un futuro en donde la Universidad – no solo la Universidad de Buenos Aires sino la universidad pública de nuestro país en general – pueda ser uno de los ejes y de los motores para hacer realidad el sueño que la inmensa mayoría del pueblo argentino quiere: una sociedad más justa y más inclusiva.

En ese sentido, señor presidente, señor gobernador, señor jefe de gobierno, cuenten con la Universidad de Buenos Aires. Estamos para ayudar y para colaborar desde nuestra pluralidad de ideas, desde nuestro conocimiento científico y desde nuestras áreas de intervención académica que hacen posible que la Universidad sea lo que es. 

Nos debemos a nuestro pueblo, que le da el sustento y el financiamiento con su trabajo y esfuerzo.

Muchísimas gracias a todos, los invito a seguir construyendo y formando el futuro en esta hermosa universidad.

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